Ven Sígueme Salmos 1–2; 8; 19–33; 40; 46 | Jehová es mi pastor
Ven Sígueme Salmos 1–2; 8; 19–33; 40; 46 | Jehová es mi pastor
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Resumen de la clase
En esta clase nos enfocaremos en algunos hermosos salmos. Estos salmos incluyen canciones de alabanza a Jehová y profecías sobre el sufrimiento y la muerte de Jesucristo. El libro de Salmos comienza con un contraste entre lo piadoso y lo malo. Algunos de esos salmos ponen gran énfasis en confiar en Dios en vez de confiar en objetos terrenales o en personas y nos recuerdan que no tenemos que temer, ya que Dios está con nosotros. Otro de los salmos nos recuerda que Dios juzgará nuestro corazón y que debemos buscar la misericordia de Dios. Por ejemplo, en Salmos 23 se declara la profunda función de pastor que tiene Jehová, expresando su cuidado y protección para con nosotros en todo momento. En Salmos 24 se enseña lo que debemos hacer para ser dignos de entrar en la casa del Señor y morar en Su presencia eternamente; en Salmos 33 se declara que la Tierra está llena de la misericordia de Jehová, y en el Salmos 46 se declara a Jehová como la fuente de refugio y fortaleza complementando varios salmos más.
Características y datos sobre los Salmos
El libro de Salmos atribuye al menos setenta y tres (o cerca de la mitad) de los salmos a David y atribuye otros salmos a otros autores, entre ellos a Asaf (Salmos 50; 73–83) y Hemán (Salmos 88). Sin embargo, esas atribuciones aparecen en títulos que “se agregaron a algunos de los salmos, pero se cuestiona si estos son tan antiguos como las palabras a las que se encuentran unidos” (Bible Dictionary, “Psalms”).
Los múltiples autores que escribieron los salmos vivieron en distintas épocas, la mayoría de ellos aproximadamente entre 1000 y 500 a. de J.C. No se sabe con seguridad cuándo se recopiló el libro de Salmos en su forma actual, pero los acontecimientos que se mencionan en Salmos 137 indican que ese proceso no se completó sino hasta después del exilio de los judíos en Babilonia: “Junto a los ríos de Babilonia, allí nos sentábamos y aun llorábamos, acordándonos de Sión. …allí nos habían llevado cautivos” (Salmos 137:1, 3).
Salmos es el libro del Antiguo Testamento más citado en el Nuevo Testamento, ya que “ningún libro del Antiguo Testamento es más cristiano en su sentido interno ni más completamente declarado como tal por el uso que se hace de él que Salmos” (Bible Dictionary,“Psalms”). Muchos de los salmos contienen referencias proféticas del Salvador y aluden a acontecimientos que ocurrirían durante la vida del Salvador (véase Salmos 22:1, 7–8, 16, 18; 34:20; 41:9; 69:20–21).
El libro de Salmos se divide en cinco secciones principales (Salmos 1–41; 42–72; 73–89; 90–106; 107–150), cada una de las cuales concluye con una expresión de alabanza (por ejemplo, “Bendito sea Jehová, el Dios de Israel, por los siglos de los siglos. Amén y Amén” [Salmos 41:13]). Muchos de esos salmos se escribieron originalmente como himnos para cantarse en servicios religiosos. Esos himnos se usaron para orar, alabar y meditar, y algunos de los textos muestran similitudes con la poesía hebrea. Algunos de los títulos “probablemente son nombres de melodías, bien conocidas en esa época, que los salmos estaban señalados para cantarse” (Bible Dictionary, “Psalms”).
Mi favorito en esta clase
Sólo quiero compartir mi favorito en este mensaje, tal como lo expresé en la clase en vídeo. Sé que todos son hermosos y que ustedes estudiarán varios más, pero quiero que nos quedemos con una reflexión que aprendí hace un tiempo sobre el Salmos 23 en sus pocos versículos:
1 Jehová es mi pastor; nada me faltará. 2 En lugares de delicados pastos me hará descansar; junto a aguas de reposo me pastoreará. 3 Confortará mi alma; me guiará por sendas de justicia por amor de su nombre. 4 Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo; tu vara y tu cayado me infundirán aliento. 5 Aderezas mesa delante de mí en presencia de mis angustiadores; unges mi cabeza con aceite; mi copa está rebosando. 6 Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa de Jehová moraré por largos días.
El salmo es elocuente en expresar que Jehová nos pastoreará pase lo que pase, en aguas de reposo o en valle de sombra. No obstante, en el penúltimo versículo se hace una referencia muy particular:
"unges mi cabeza con aceite"
Todos sabemos que el aceite de oliva es un gran símbolo tanto de la expiación de Jesucristo como de honra y sanación, por todos los actos en los que se ha acostumbrado su uso. Lo que me llamó la atención hace poco fue que el salmista alude a que el Pastor que es Dios, Jehová, le unge con aceite en su cabeza. Es un simbolismo claramente, pero ¿de qué?
Posible explicación de este símbolo
A menudo las ovejas quedan con sus cabezas atrapadas en zarzas y mueren tratando de desenredarse. Y también hay moscas horribles, a las cuales les gusta atormentar a las ovejas, al poner huevos en sus fosas nasales. Estas luego se convierten en gusanos o larvas e impulsan a las ovejas a golpear sus cabezas contra las rocas, a veces hasta la muerte, o al menos grandes heridas. Sus oídos y ojos también son susceptibles al tormento de estos insectos.
Entonces el pastor unge toda la cabeza de la oveja con aceite (lo que era costumbre aún desde antes de la época del salmista). Y así de esa forma la oveja logra tener paz. Ese aceite forma una barrera de protección contra el mal que trata de destruirlas.
En nuestros momentos de tormento mental cuando los pensamientos preocupantes invaden nuestra mente una y otra vez, ¿Nos golpeamos la cabeza contra la pared tratando de detenerlos? ¿Alguna vez le hemos pedido a Dios que, simbólicamente, ungiera nuestra cabeza con aceite, es decir, que nos apartara del enemigo? Su aceite protege y hace posible que podamos fijar nuestro corazón, alma, mente y fuerza en Él. Hay paz en el valle de muerte cuando recibimos la unción con aceite del Pastor. Que nuestro Padre unja nuestra cabeza para que rebosemos de Su Espíritu para siempre.
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