Ven Sígueme Oseas 1–6; 10–14; Joel | Los amaré por mi propia voluntad
Ven Sígueme Oseas 1–6; 10–14; Joel | Los amaré por mi propia voluntad
Resumen de la clase
El Señor le mandó a Oseas que se casara y Oseas escogió a una mujer llamada Gomer. El Señor utilizó ese matrimonio como símbolo para enseñar a los israelitas acerca de la relación de convenio que Él tenía con ellos. Los israelitas no fueron fieles al Señor porque fueron en pos de dioses falsos. Oseas profetizó que en los últimos días Dios extendería misericordia a los israelitas que se arrepintieran.
Joel profetizó sobre la destrucción inminente y aconsejó al pueblo que se congregase en la casa del Señor. Además, profetizó las calamidades sobre los inicuos en los últimos días y que el Espíritu del Señor se derramará sobre toda carne. Joel profetizó acerca de la gran batalla que tendrá lugar en los últimos días.
Un mandamiento singular
El libro de Oseas inicia con un mandamiento muy singular al profeta, de casarse con una ramera (1:2).
¿Cómo debemos entender esto?
Si bien ningún líder ha declarado oficialmente el significado, en distintos manuales se habla de 5 posibles interpretaciones:
1. Dios en realidad le pidió a Oseas que se casara con una ramera. Los eruditos que sostienen ese punto de vista piensan que ese casamiento sirvió como una lección práctica para llamar la atención de Israel sobre su estado carnal. Lo sostienen de manera excepcional, ya que la regla general es que Dios no pida algo así.
2. La experiencia entera vino a Oseas en un sueño o visión. No hubo ramera ni casamiento. Pero se le pidió a Oseas que aceptara la carga de ser profeta (esposo) de un Israel inmoral (Gomer). Algunos no lo creen así porque la historia se expresa de una manera bastante real.
3. Oseas se casó con una mujer que en aquel momento era buena y fiel pero que más tarde se tornó infiel, ramera, cuando abandonó al esposo y participó en los ritos de fertilidad de los cananeos. Algunos lo creen así por algunos indicios leves en el lenguaje.
4. Una variación en la interpretación del número tres es que Gomer no era una ramera sino una adoradora de Baal; por lo tanto, era culpable de fornicación espiritual. Pero aun así, parece extraño que Dios pidiera a un profeta que se casara con una mujer incrédula.
5. Otro planteamiento que elude algunas de esas dificultades es que las palabras representan una alegoría para enseñar las consecuencias espirituales de la infidelidad de Israel, en la cual el mandato a casarse es el manadato a ser profeta, la mujer infiel representa el pueblo infiel, etc.
Sea cual sea la situación verdadera, es que real o analógica, la historia o parábola nos enseña que la relación de Dios con sus hijos es mediante un convenio, similar al matrimonio.
Un convenio de amor más allá del contrato
Oseas 3 comienza así, recalcando el mismo mandamiento al profeta desde otro ángulo:
Y me dijo otra vez Jehová: Ve, ama a una mujer amada de su compañero, aunque adúltera, tal como Jehová ama a los hijos de Israel, los cuales miran a dioses ajenos y aman los panes de pasas.
El Presidente Eyring relató lo que aprendió de estos pasajes cuando era maestro de seminario:
“Tuve una nueva impresión acerca de lo que significa hacer un convenio con el Señor. Toda mi vida había escuchado explicaciones de los convenios como si fueran un contrato, un acuerdo en el que una persona acepta hacer algo y la otra acepta hacer otra cosa a cambio.
Por muchas razones que puedo explicar, durante aquellos días que enseñaba Oseas, sentí algo nuevo, algo más poderoso. Ésta no era una historia sobre un acuerdo de negocios entre socios… Ésta era una historia de amor; una historia de un convenio matrimonial ligado por el amor, por un amor inmutable. Lo que sentí en aquel entonces, y que ha aumentado a lo largo de los años, fue que el Señor, con el que me siento bendecido de haber hecho convenios, me ama a mí y a ustedes … con una firmeza de la que continuamente me asombro y la quiero imitar con todo mi corazón” (“Covenants and Sacrifice”, simposio sobre el AT del SEI, 15 de agosto de 1995, pág. 2).
A lo largo del libro
Oseas llamó a Israel a volver al Señor y servirlo. En Oseas 12–13 se explica que el Señor se vale de profetas para guiar a Su pueblo. Oseas también enseñó que por medio del Salvador, todo el mundo vencerá la muerte física. En Oseas 13–14 leemos que Oseas enseñó a los israelitas que su decisión de no ser fieles al Señor era la razón de su destrucción inminente. Sin embargo, Oseas también les brindó un mensaje de esperanza al enseñarles que en los últimos días, el Señor los sanaría de su recaída, o apostasía, cuando el pueblo de Israel regresara a Él. La escritura clave está en el capítulo 14:
4 Yo los sanaré de su rebelión; los amaré por mi propia voluntad, porque mi furor se apartó de ellos.
Joel 1:14-15 - El templo como refugio
En medio de un relato de devastaciones Joel invita a congregarnos y particularmente añade en "en la casa de Jehová". Un gran consejo para los tiempos turbulentos de los últimos días en que estamos. El élder Richard G. Scott hace una década expresó:
“¿Deseas una forma segura de eliminar la influencia del adversario en tu vida? Dedícate a la búsqueda de tus antepasados, prepara sus nombres para las sagradas ordenanzas vicarias del templo y después ve como representante para recibir por ellos las ordenanzas del bautismo y del don del Espíritu Santo. A medida que crezcas, podrás también ser partícipe de recibir las demás ordenanzas. No puedo pensar en una protección mayor contra la influencia del adversario en tu vida” (“El gozo de redimir a los muertos”,Liahona, noviembre de 2012, pág. 94).
Rasgar el corazón
Joel también hace mención a una expresión muy profunda:
2: 13 Y rasgad vuestro corazón y no vuestros vestidos; y volveos a Jehová vuestro Dios, porque es misericordioso y clemente, tardo para la ira y grande en misericordia, y se arrepiente del castigo.
Quiso decir que el verdadero arrepentimiento y conversión a Dios, provienen del inicial lamento en el corazón, más que de una expresión exterior. Lo que no invalida la costumbre de rasgar vestidos cuando había gran aflicción, más bien enfoca la costumbre en la verdadera causa.
El Espíritu derramado
Joel 2:28–32. “Derramaré mi espíritu sobre toda carne”
El presidente Joseph Fielding Smith explicó cómo derramaría el Señor Su Espíritu sobre toda carne:
“La inspiración que fue prometida por el Señor a toda carne, por medio de la profecía de Joel, no es la promesa del Espíritu Santo, sino la promesa de la guía de la Luz de Cristo, o Espíritu de Verdad, la cual se da a cada hombre que viene al mundo” (Doctrina de Salvación, 3 tomos, compilación de Bruce R. McConkie, 1954–1956, tomo 1, pág. 50).
También el presidente Gordon B. Hinckley dijo al respecto:
“La era en la que vivimos es el cumplimiento de los tiempos del que se habla en las Escrituras, en que Dios ha juntado todos los elementos de dispensaciones pasadas. Desde el día en que Él y Su Hijo Amado se manifestaron al joven José, ha venido sobre el mundo un torrente de conocimiento… La visión de Joel se ha cumplido [véase Joel 2:28–32]” (“El vivir durante el cumplimiento de los tiempos”, Liahona, enero de 2002, pág. 4).
La batalla final
EL libro de Joel termina con el capítulo 3 describiendo Armagedón y grandes acontecimientos. Pero nuevamente en medio de la conmoción, se ofrece la siguiente promesa:
3:16 Y Jehová rugirá desde Sion y dará su voz desde Jerusalén, y temblarán los cielos y la tierra; mas Jehová será el refugio de su pueblo y la fortaleza de los hijos de Israel.
RECORDATORIO: Esta vez les recordamos que para hallar artículos o novedades siempre pueden visitar EnlaceDeFe.org