Ven Sígueme Daniel 1–6 | No hay dios que pueda librar como este
Resumen de la clase
Daniel, Sadrac, Mesac y Abed-nego estaban en el primer grupo de judíos que se llevó cautivo a Babilonia y se los seleccionó a fin de capacitarlos para prestar servicio en la corte del rey Nabucodonosor. Mientras se les enseñaba, Daniel y sus amigos se negaron a beber vino y a comer ciertos alimentos de la comida del rey a fin de guardar las leyes de Jehová. Jehová los bendijo física, mental y espiritualmente, y sobresalieron en sabiduría entre todos los siervos del rey.
Nabucodonosor, el rey de Babilonia, tuvo un sueño que le inquietaba. El rey ordenó que todos los sabios de Babilonia fueran ejecutados a menos que le revelaran el sueño y lo que significaba. El Padre Celestial le reveló el sueño y su interpretación a Daniel, incluso una descripción del reino de Dios sobre la tierra durante los últimos días.
Por causa de que Sadrac, Mesac y Abed-nego se negaron a adorar una estatua de oro que hizo el rey Nabucodonosor, fueron echados en un horno ardiente. El Señor los libró milagrosamente del daño. Daniel interpretó el sueño que tuvo Nabucodonosor de un gran árbol y, muchos años después, bajo el rey Belsasar, interpretó una escritura divina en la pared relacionada con la conquista del reino de Babilonia por los medos y los persas.
A Daniel se le echó en un foso de leones por orar a Dios, y Dios lo libró para que no fuese herido. Más tarde, Daniel tuvo visiones del futuro, incluso de acontecimientos de los últimos días.
Daniel 1:8. No contaminar nuestro cuerpo físico
"Y Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con la ración de la comida del rey ni con el vino que él bebía; pidió, por tanto, al jefe de los eunucos que no se le obligara a contaminarse."
Este gran principio al comenzar el libro de Daniel, nos muestra la integridad de Daniel. Aunque la comida del rey era especial y supuestamente de lo mejor, no sabemos la razón exacta pero es posible que haya sido preparada sin seguir las normas de la ley, o quizás había comida que sobraba de las ofrendas a otros dioses. Sea lo que haya sido, Daniel actúo en base a sus principios y no minimizó la ocasión de mostrar lealtad. Tal como él dijo que sucedería, al consumir él y sus compañeros una dieta de legumbre y agua, sus semblantes lucieron aún más saludables que los de los demás (1:13-5). Finalmente esto, más las promesas de obedecer la ley de cuidado de su cuerpo (1:17) similares a las de la sección 89 de DyC, les dio acceso a ser servidores especiales para el rey (1:19-21).
El élder Russell M. Nelson, del Quórum de los Doce Apóstoles, enseñó en cuanto a no contaminar nuestro cuerpo físico:
“Cuando comprendemos nuestra naturaleza y nuestro propósito en la tierra, y que nuestros cuerpos son templos físicos de Dios, nos damos cuenta de que es un sacrilegio dejar que entre en ellos cualquier cosa que pueda profanarlos” (“The Magnificence of Man”, Ensign, enero de 1988, pág. 68).
Más integridad y confianza
Ahora destacamos a Sadrac, Mesac y Abed-nego. Quienes se negaron a adorar una estatua de oro. Algunos caldeos babilonios notaron que estos jóvenes seguían orando a su Dios, pese a la orden de Nabucodonosor de meter al fuego a quienes se negaran a adorar la estatua. Acusaron a los tres y cuando el rey les dio una nueva opción ellos respondieron:
17 Si es así, nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiente; y de tus manos, oh rey, él nos librará.
18 Y si no, has de saber, oh rey, que no serviremos a tus dioses ni tampoco adoraremos la estatua que has levantado.
Además de su integridad, se destaca su confianza plena en la voluntad de Dios. Esto queda claro en la expresión "Y si no", que implícitamente nos muestra que tenían fe en ser librados, pero si aún no viniera salvación, podían aceptar lo que Dios les trajera.
Las siguientes citas nos complementan perfectamente.
Élder Dennis E. Simmons:
Ellos sabían que podían confiar en Dios, aun cuando las cosas no salieran de acuerdo con sus esperanzas. Sabían que la fe es algo más que un asentimiento mental, más que el simple reconocimiento de que Dios vive. La fe es confianza total en Él.
Élder Davis A. Bednar:
“Reconocimos un principio que se aplica a todo fiel discípulo: La fe firme en el Salvador es aceptar sumisamente Su voluntad y Su tiempo en nuestra vida, incluso si el resultado no es lo que esperábamos o deseábamos” (Devocional del SEI para jóvenes adultos, 3 de marzo de 2013; LDS.org).
Finalmente Dios les protegió, y el rey vio a cuatro dentro del horno. Bendijo al Dios de Sadrac, Mesac y Abed-nego por ser un Dios que libra como ningún otro, y mandó que nadie blasfemara contra Jehová.
La interpretación de sueños
En Daniel 2 y 4, leemos de dos casos de interpretación de sueños.
Primero Daniel revelando el sueño y el significado de la figura que vio el rey:
Lo más destacable es la referencia al Reino más poderoso de todos, el Reino de Dios en los últimos días, es decir, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, reino que permanecería para siempre y trascendería a todo (2:44).
¿Cómo podemos ver con datos que la Iglesia es ese reino que llenará la tierra? A través de la siguiente tabla y gráficos:
Daniel 4
Luego, interpretó para el rey, el significado del gran árbol, que era él mismo, quien caería de su posición, y después de pasar penurias, se le restauraría otra vez, toda obra dirigida por Dios. Es así como en ambas situaciones, por un lado, a través de una interpretación instantánea, y por otro lado, viviendo él mismo la profecía, Nabucodonosor aprendió de primera mano que Jehová reina sobre todos los reinos (4:37).
También un resultado exitoso tuvo Daniel, al interpretar para Balsasar, una escritura en la pared, a pesar de significar condena inminente para el rey, que significaba la caída de Babilonia para dar paso al poderío de medos y persas, bajo Darío y Ciro respectivamente (Dan. 5).
Integridad constante
Pasó el tiempo y Daniel mostró la misma integridad de sus compañeros. A pesar de que ciertos líderes querían buscar falta en Daniel y no hallándola, planearon algo en contra de su fe, sabiendo de su fidelidad.
Daniel adoró siempre a Jehová, y no a los hombres. Pues, algunos sátrapas lideraron una estratagema para hacer que el rey Darío sellara un decreto de que nadie podía hacer petición alguna a ningún dios u hombre fuera de él, por treinta días, sino sería echado al foso con leones.
Pero la escritura en Daniel 6:10 dice:
Y Daniel, cuando supo que el documento había sido firmado, entró en su casa, y abiertas las ventanas de su aposento que daban hacia Jerusalén, se hincaba de rodillas tres veces al día, y oraba y daba gracias delante de su Dios, como lo solía hacer antes.
Aún sabiendo lo que podía venir sobre él, oraba tal como antes, e incluso sin miedo a ocultarse.
El Presidente Spencer W. Kimball dijo al respecto:
“Esa ley inalterable de los medos y persas debe haber sido aterradora para cualquier hombre, pero el fiel Daniel no se dejó intimidar. ¿Había duda en cuanto a lo que él debía hacer? Podía salvar su vida si abandonaba sus oraciones al Dios viviente. ¿Qué iba a hacer? Un hombre íntegro actúa rectamente sin importarle las consecuencias; Daniel era el alma de la integridad” (“Integrity”, discurso a los alumnos de la Universidad Brigham Young, 25 de febrero de 1964, pág. 17).
El rey no quería echar a Daniel al foso, según ciertas actitudes en los versículos 14, y 18 al 20. Y se alegró de que Daniel fuese salvo por su Dios. El rey entonces decretó la fe de Daniel por todo el pueblo y le hizo prosperar.
Qué hermosos ejemplos de integridad en esta clase. Mi invitación es a considerar la actitud de estos jóvenes líderes en cuanto a su fidelidad y a la vez su aceptación a la voluntad de Dios.
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