Ven Sígueme Amós; Abdías | Buscad a Jehová y vivid
Resumen de la clase
Amós advirtió a los israelitas que serían destruidos si no se arrepentían. Profetizó que, debido a que los israelitas habían rechazado a los profetas del Señor, el Señor retiraría a los profetas de entre ellos. Amós también advirtió a las naciones que colindaban con Israel y Judá que también serían destruidas. Esto es evidente en los 2 primeros capítulos. Luego una amonestación el capítulo 4, una salida esperanzadora en el 5 y calamidades desde el 6.
Abdías profetizó en cuanto a la destrucción de los edomitas, que eran descendientes de Esaú, el hermano de Jacob. La destrucción era una consecuencia de su orgullo y el maltrato a los israelitas. Abdías también profetizó en cuanto a la restauración de Israel y de las personas que serían salvadores en el monte de Sión.
“Si habla Jehová el Señor” Amós 3:7–8.
Después de anunciar Jehová sus juicios para con varias naciones idólatras, y luego incluir a Israel y Juda, se enseña el principio de la importancia de los profetas, en gran medida porque los pueblo mencionados rechazaron a los profetas lo que causó en gran parte la adoración a otros dioses y la unión en yugo desigual.
La traducción inspirada de esta escritura (Amós 3:7) cambia "sin" por "sino hasta", dando mayor claridad a cómo Dios obra. Sin profetas puede ser obrando sin dudas, pero la expresión "hasta que revele...", nos ayuda a comprender que hay un momento que debe llegar en que llame a profetas para continuar su obra para con los hijos de los hombres, y nos asegura que ese es su modelo.
El élder Robert D. Hales, del Quórum de los Doce Apóstoles, recalcó la importancia de seguir al profeta viviente:
“Siempre ha habido una enorme necesidad de la voz serena y alentadora de un Profeta que exprese la voluntad de Dios, indicando el camino que conduce a la seguridad espiritual y a la paz y felicidad personales…
Debemos escuchar la voz del Profeta y obedecer; si lo seguimos, estaremos seguros.
Una característica que ha sido común de los profetas de todas las épocas es que, fueran cuales fueran las consecuencias, han tenido la entereza de comunicar la palabra de Dios con claridad y valentía” (“Escuchemos y obedezcamos la voz del Profeta”, Liahona, julio de 1995, pág. 17).
“Hambre… de oír la palabra de Jehová” Amós 8:11–12.
Esta otra escritura relevante ha tenido un cumplimiento desde esa misma época, poco después, durante esos más de 4 siglos entre el último profeta del Antiguo Testamento y Juan el Bautista. Pero luego, aún se vivió una apostasía mayor, por más de 1700 años.
El presidente Spencer W. Kimball dijo lo siguiente:
“Después de siglos de oscuridad espiritual… solemnemente anunciamos a todo el mundo que el hambre espiritual ha terminado, la sequía espiritual ha pasado, la palabra del Señor en su pureza y totalidad está al alcance de todos los hombres. No tenemos que ir de un mar a otro, ni del norte al este buscando el evangelio verdadero, como predijo Amós, pues la verdad sempiterna está al alcance” (en Conference Report, abril de 1964, págs. 93 y 94;).
“Mas en el monte Sión habrá salvamento” Abdías 1:17–21
La profecía de Abdías en cuanto al monte Sión tiene diferentes significados. La palabra salvamento en Abdías 1:17 implica escapar del peligro y de la destrucción. Un cumplimiento de la profecía sucedió cuando un resto de Israel regresó de la cautividad, reedificó Jerusalén y el templo, e hizo convenio una vez más de servir y obedecer a Dios (véanse Esdras 1–6; Nehemías 10). En la antigüedad, la restauración de Israel sirvió como un presagio y una sombra del gran recogimiento de Israel en los últimos días, y de la liberación que vendría a los hijos de Dios mediante la restauración del Evangelio, que incluye las ordenanzas y los convenios del templo.
Geográficamente, el monte Sión se refiere e un monte o colina sobre la que el rey Salomón construyó el templo en Jerusalén. Sin embargo, el término también se puede referir de forma más general a la ciudad de Jerusalén o a toda la tierra de Israel. La revelación moderna también aplica el término a la Nueva Jerusalén, que será construida en América en los últimos días (véanse D. y C. 84:2; Artículos de Fe 1:10), y también al reino celestial de Dios (véase D. y C. 76:66).
Abdías 1:18. Edom como símbolo del mundo inicuo
Debido a la iniquidad y el orgullo del pueblo y el odio duradero hacia los israelitas, Edom, (que también se conoce en las Escrituras por su nombre griego, Idumea), llegó a ser un símbolo del mundo inicuo (véase D. y C. 1:36). La alusión a la casa de Esaú (o Edom) que sería como estopa y que ni un resto quedará, se podría referir simbólicamente a la destrucción de los inicuos cuando el Salvador venga otra vez (véase D. y C. 64:23–25).
¿Cómo podemos ser salvadores en el monte Sión? Abdías 1:21.
El presidente Gordon B. Hinckley explicó:
“Así como nuestro Redentor dio Su vida como sacrificio vicario por todos los hombres, y al hacerlo llegó a ser nuestro Salvador, así también nosotros, en una pequeña medida, al llevar a cabo la obra vicaria en el templo, llegamos a ser salvadores para aquellos que están en el otro lado, quienes no tienen modo de progresar a menos que los que estén en la tierra hagan algo en beneficio de ellos” (“Comentarios finales”, Liahona, noviembre de 2004, pág. 105).
José Smith también declaró:
“Pero, ¿cómo van a llegar a ser salvadores en el monte Sión? Edificando sus templos, construyendo sus pilas bautismales y yendo a recibir todas las ordenanzas, bautismos, confirmaciones, lavamientos, unciones, ordenaciones y poderes selladores sobre su cabeza en bien de todos sus antepasados que han muerto, y redimiéndolos para que puedan salir en la primera resurrección y ser exaltados con ellos a tronos de gloria” (Enseñanzas de los Presidentes de la Iglesia: José Smith, 2007, pág. 505).
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