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Resumen de la Clase
Cuando Jesucristo supo que Juan el Bautista había sido decapitado, viajó con Sus apóstoles a un lugar solitario. Fueron seguidos por una multitud. A pesar de que Él estaba sufriendo, el Salvador tenía compasión por la multitud y enseñó y alimentó a las personas: cinco mil hombres, más mujeres y niños.
Jesucristo caminó sobre el agua e invitó a Pedro a hacer lo mismo. Cuando Pedro vio la tormenta y las olas, se comenzó a hundir y clamó al Salvador en busca de ayuda.
El día después de que Jesús alimentó a los cinco mil de manera milagrosa, muchos lo buscaron, “no porque [vieron] los milagros, sino porque [comieron] el pan” y volvieron a tener hambre (Juan 6:26). Y Jesús les enseñó: “Yo soy el pan de vida; el que a mí viene nunca tendrá hambre” (Juan 6:35).
Después de que Jesús enseñó que Él era el Pan de Vida (véase Juan 6:35), muchos no comprendieron y decidieron dejar de seguirlo. Cuando Jesús les preguntó a los doce apóstoles si ellos también se irían, Pedro respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna” (Juan 6:68).
¿A cuántas personas alimentó Jesús?
La versión en griego de Marcos 6:44 deja claro que la frase “cinco mil hombres” significa cinco mil varones. Mateo 14:21 hace que no quede duda al agregar la declaración “sin contar las mujeres y los niños”.
En otra ocasión, Jesús alimentó a una multitud de cuatro mil hombres más mujeres y niños (véanse Mateo 15:32–38 ; Marcos 8:1–9).
¿Cómo me fortalece el ayudar a otros?
El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, dijo:
Además, debemos percatarnos de la tribulación de otras personas y tratar de ayudar. Eso resultará particularmente difícil cuando nosotros mismos estemos siendo probados intensamente, pero llegaremos a descubrir que cuando aliviamos la carga de otra persona, aun cuando solo sea un poco, nuestras espaldas se fortalecen y percibimos una luz en la oscuridad.
(Henry B. Eyring, “Ser probados, probarnos y ser pulidos”, Liahona, noviembre de 2020, pág. 98)
¿Puede Jesús realmente multiplicar mis esfuerzos?
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
No se preocupen de que a Cristo se le agote la capacidad para ayudarlos. Su gracia es suficiente. Esa es la lección espiritual eterna de la alimentación de los cinco mil.
(Jeffrey R. Holland, Trusting Jesus, 2003, pág. 73).}
¿Cómo cambia nuestra vida cuando nos centramos en Jesucristo?
El presidente Howard W. Hunter (1907–1995) enseñó:
Yo creo firmemente que si nosotros individualmente, así como las familias, las comunidades y las naciones, al igual que Pedro, mantenemos la vista fija en Jesucristo, también seremos capaces de caminar triunfantes sobre “las gigantescas olas de la incredulidad” y de mantenernos “inmutables ante los crecientes vientos de la duda”. Pero si apartamos los ojos de Aquel en quien debemos creer —como es tan fácil hacer y el mundo está tan tentado a hacer— y fijamos la mirada en el poder y la furia de esos elementos terribles y destructivos que nos rodean en vez de en Aquel que puede ayudarnos y salvarnos, entonces inevitablemente nos hundiremos en un mar de conflictos, pesar y desesperación.
(Véase Howard W. Hunter, “Un faro en un puerto de paz”, Liahona, enero de 1993, pág. 21)
Mateo 14:27 . ¿Cómo podemos “ser de buen ánimo” cuando estamos experimentando dificultades?
El élder Ronald A. Rasband, del Cuórum de los Doce Apóstoles, explicó:
No podemos ser de “buen ánimo” [ Doctrina y Convenios 68:6 ] y estar sumidos en el temor. Los dos, la alegría y el temor, no pueden existir en nosotros al mismo tiempo […].
Ser de buen ánimo es confiar en [Jesucristo] cuando las cosas no marchan como lo planeamos. Significa perseverar cuando las tareas y circunstancias en la vida nos llevan en distintas direcciones, cuando la tragedia y las dificultades destruyen nuestros sueños. Pero el Señor nos recuerda que “en este mundo vuestro gozo no es completo, pero en mí vuestro gozo es cumplido” [ Doctrina y Convenios 101:36 ].
(Véase Ronald A. Rasband, “Jesucristo es la respuesta” [Una velada con una Autoridad General, 8 de febrero de 2019], págs. 1–2)
¿Cómo puede el miedo hacer que perdamos las bendiciones que ofrece el Salvador?
El élder Jeffrey R. Holland, del Cuórum de los Doce Apóstoles, compartió la siguiente declaración:
Este relato de las Escrituras nos recuerda que, al venir a Cristo, o al venir Él a nosotros, el primer momento puede llenarnos de algo muy parecido al terror absoluto. No debería ser así, pero en ocasiones sucede. Una de las grandes ironías del Evangelio es que nosotros, en nuestra miopía terrenal, huimos precisamente de la misma fuente de socorro y seguridad que se nos ofrece. Por la razón que sea, he visto a investigadores huir del bautismo. He visto a élderes huir de un llamamiento misional. He visto a novios huir del matrimonio y he visto a parejas jóvenes huir por el temor a formar una familia y el miedo al futuro. Con demasiada frecuencia, huimos de las cosas que nos bendecirán, nos salvarán y nos calmarán. Con demasiada frecuencia, consideramos los compromisos del Evangelio como algo que debemos temer y abandonar.
(Véase Jeffrey R. Holland, “Come unto Me [Venid a Mí]” [Devocional pronunciado en la Universidad Brigham Young, 2 de marzo de 1997], pág. 8, speeches.byu.edu)
¿Cuál será el motivo por el cual Jesús centró la atención de las personas en sus necesidades espirituales, en lugar de sus necesidades físicas?
Cuando servía como miembro de los Setenta, el élder Carlos H. Amado enseñó:
Como Iglesia, debemos dar de comer al hambriento, aliviar al enfermo, vestir al desnudo y dar techo al necesitado. Con las ofrendas de ayuno, aliviamos las necesidades básicas y apremiantes de los miembros, y con el plan de bienestar, satisfacemos las necesidades de largo plazo. Cuando hay desastres naturales, a través de los servicios humanitarios, ayudamos a nuestros hermanos que no son de nuestra fe.
Sin descuidar estas necesidades temporales, La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, por mandamiento del Señor, mantiene la más sublime y elevada labor de servicio, que es bendecir a todos los hombres, enseñándoles la doctrina de Cristo e invitándolos a realizar las ordenanzas de salvación para que logren “la inmortalidad y la vida eterna” ( Moisés 1:39).
(Véase Carlos H. Amado, “Prestar servicio: una cualidad divina”, Liahona, mayo de 2008, págs. 35–36).
Juan 6:56 . ¿A qué se refirió el Salvador cuando enseñó que permanecería en nosotros?
El élder David A. Bednar, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
… Una cosa es saber que Jesucristo vino a la tierra para morir por nosotros, lo cual es básico y fundamental respecto a la doctrina de Cristo; pero también es necesario que reconozcamos que el Señor desea, mediante Su expiación y por medio del poder del Espíritu Santo, vivir en nosotros, no solo para guiarnos, sino también para darnos poder.
(David A. Bednar, “La Expiación y el trayecto de la vida terrenal”, Liahona, abril de 2012, pág. 14).
Juan 6:67–69 . ¿Qué fue lo que entendieron Pedro y los doce que los ayudó a seguir siendo fieles seguidores de Jesucristo?
El élder D. Todd Christofferson, del Cuórum de los Doce Apóstoles, escribió:
… No sé si, en ese momento, Pedro y sus hermanos comprendieron lo que el Señor estaba enseñando mejor que los discípulos que estaban abandonando al Maestro, pero Pedro sabía por el testimonio seguro del Espíritu que Jesús era el Cristo, el Hijo del Dios viviente (véase Mateo 16:15–17), y que la salvación no se puede encontrar en ninguna otra parte. Por lo tanto, estaba totalmente decidido a seguir a Jesús de todos modos. Si él tenía preguntas, se podrían resolver a su debido tiempo, pero no se le podría disuadir de su lealtad al Hijo de Dios, con lo que nos dejó un ejemplo maravilloso a todos nosotros.
(Véase D. Todd Christofferson, “El pan vivo que ha descendido del cielo”, Liahona, noviembre de 2017, pág. 39, nota 8 al pie de la página)
¿Cómo se sienten el Padre Celestial y Jesucristo en relación a aquellos que se alejan?
El presidente Henry B. Eyring, de la Primera Presidencia, enseñó:
… Desde antes que el mundo fuese, un amoroso Padre Celestial y Su Amado Hijo amaron y trabajaron con aquellos que Ellos sabían que se desviarían. Dios los amará para siempre.
(Véase Henry B. Eyring, “A mis nietos”, Liahona, noviembre de 2013, pág. 72)
¿Qué puedo hacer por aquellos que están menos activos o que se han alejado de la Iglesia?
El presidente M. Russell Ballard, del Cuórum de los Doce Apóstoles, enseñó:
Mi respuesta es: ¡Por favor no les prediquen! Sus familiares o amigos ya conocen las enseñanzas de la Iglesia. ¡No necesitan otro sermón! Lo que necesitan —lo que todos necesitamos— es amor y comprensión, no juicios. Compartan sus experiencias positivas por vivir el Evangelio. Lo más poderoso que pueden hacer es compartir sus experiencias espirituales con los familiares y amigos. Además, demuestren interés genuino en sus vidas, sus éxitos y sus desafíos. Siempre sean cálidos, gentiles, amorosos y amables.
(M. Russell Ballard, “Questions and Answers” [devocional pronunciado en la Universidad Brigham Young, 14 de noviembre de 2017], pág. 5, speeches.byu.edu)
ANUNCIO: Recordamos que hasta la segunda semana de abril, la clase en vídeo de los lunes no se dará. Pero el resumen en texto (este mensaje) saldrá en su lugar. Se recordará cuando vuelva la clase en vídeo. Visita siempre ClaseVenSigueme.com o la App Clase Ven Sígueme para Android (que puedes descargar en app.clasevensigueme.com) para estar al tanto.